Y luego debéis hablar de uno que no amó sabiamente sino demasiado bien
Othello
Cuando estaba a tu lado, compañero, apoyada mi cabeza en tus rodillas,
Te hice una confesión, la misma que ahora te repito:
Sé que soy enemigo del reposo, que infundo a los demás análoga enemistad,
Sé que mis palabras son armas de doble filo, armas mortales,
Porque atacan la paz, la seguridad, el bienestar y todas las leyes establecidas.
Me siento más resuelto desde que todos me han renegado
que lo que habría podido estarlo si todos me hubieran aceptado,
No me preocupo ni me he preocupado nunca de la experiencia, de las precauciones, de las mayorías ni del ridículo,
La amenaza de lo que llaman infierno no es nada para mí;
Y la atracción de lo que llaman cielo no existe para mí;
¡Querido Compañero! Confiesa que te arrastro conmigo no sé adónde, sin conciencia clara respecto de la finalidad de nuestro viaje,
Sin saber si seremos victoriosos o totalmente vencidos y aniquilados.
Walt Whitman